La inteligencia del Sol (3)

 

Quien determina el clima de la Tierra, el Sol, no tiene humano que pueda influir en él.

Una mancha solar es una parte del Sol parcialmente apagada y que genera una gran potencia magnética. Se tienen noticias de las manchas solares desde el siglo IV antes de Jesucristo.

El  británico Edward Walter Maunder (1851-1928) descubrió un fenómeno, llamado Mínimo de Maunder, al descubrir hacia 1900 que hubo un periodo sin manchas solares (1645-1715) que coincidió con una bajada de temperaturas en el clima de la Tierra.

Lo normal es que los astrónomos detecten entre 40 mil y 50 mil manchas solares, pero durante un periodo de 30 años dentro del ciclo 1645-1715 sólo observaron 50 manchas solares.

Ya ha habido 18 mínimos solares con periodos fríos similares desde el Mínimo Egipcio del 1300 a. C.

Se trata de una actividad solar donde el hombre no tiene participación ni capacidad de estudiarla ni de predecirla.

¿Cree usted, lector, que la ciencia del clima puede adivinar algo sobre la actividad interna e inteligente del Sol?

Ahora estamos en el "Máximo Moderno" que comenzó en 1870. El calentamiento actual no tiene nada que ver con la actividad humana y debería ser positivo, como ya se vio en el Óptimo medieval (año 1000) y en el Imperio Romano: prosperidad, cosechas, felicidad.

Los modelos de SIMULACIÓN que no reproducen la variabilidad natural OBSERVADA ni de hoy ni del pasado son programas creados por matemáticos, programas informáticos complejos que no encajan con los periodos cálidos de los últimos 10.000 años: Periodo Cálido medieval, Periodo Cálido Romano y los periodos cálidos del Gran Holoceno, que fueron mucho más cálidos que el periodo actual, a pesar de que la concentración del CO2 era más baja, y están relacionados con los ciclos milenarios de la actividad del Sol.

Estos modelos de SIMULACIÓN no reproducen ni las oscilaciones conocidas en periodos de 60 años, que fueron responsables 

de un periodo de calentamiento (30 años: desde 1850 a 1880), 

seguido de otro de enfriamiento (30 años: desde 1880 a 1910), 

de otro de calentamiento (30 años: desde 1910 a 1940), 

seguido de otro de enfriamiento (30 años: de 1940 a 1970), 

y un nuevo periodo de calentamiento (30 años: de 1970 a 2000).

Nadie habla tampoco de la radiactividad natural que recibimos cada día, ni que el 82% de la misma es de origen natural. 

¿Alguien le contó esto antes? Fernando López-Mirones se lo cuenta en el libro

Lupus Deus, el Dios Lobo, editorial Amuzara, Córdoba, 2024.

El calentamiento es de origen humano, pero de los humanos multimillonarios. Están haciendo una modificación deliberada de la radiación solar que alcanza la Tierra para supuestamente combatir un cambio de clima provocado por ellos, pero al que quieren hacer "culpable" de ello es al ciudadano de a pie.

López-Mirones habla de documentos desclasificados y publicados en el año 2008:

Geoingeniería,

Project Pop Eye de la CIA y del ejército de Estados Unidos (1966, Vietnam), 

Operación Nilo Azul contra la Cuba de Fidel Castro,

Operación del Gran Área, seguida de la Coalición Manhattan Rochester, derivada del proyecto Manhattan de Oppenheimer.

Les siguen los proyectos descabellados del físico David Keith, financiados por William Gates III. Proyectos que necesitan flotas aéreas comerciales, nubes cirro generadas por aviones, en mayor cantidad durante el día, aprovechar las alturas más húmedas (estimadas por las inteligencias artificiales, por ejemplo para la American Airlines con Google).

Hasta que la Indian Space Research Organization descubrió en 2017 que había gran cantidad de carbono negro de los nuevos combustibles de los aviones en la estratosfera (10 mil partículas de carbono por CM3 ), combustibles, biofuel con metales pesados, con sulfuro de hidrógeno.

 


Un estudio de Transport & Environment (T&E), apoyado por Eco-Union, ECODES y Ecologistas en Acción, advierte que miles de casos de hipertensión, diabetes y demencia en España y Europa pueden estar relacionados con las diminutas partículas que emiten los aviones.

Estas Partículas Ultrafinas son aproximadamente 1.000 veces más pequeñas que un cabello humano y son especialmente preocupantes porque penetran profundamente en el cuerpo humano y se han encontrado en la sangre, el cerebro y la placenta.

La exposición a Partículas Ultrafinas (UFP, por sus siglas en inglés) está relacionada con el desarrollo de afecciones graves y a largo plazo, con problemas respiratorios, cardiovasculares y problemas en el embarazo.

Hasta la fecha, no existe ninguna normativa sobre los niveles seguros de UFP en el aire a pesar de que la OMS advirtió hace más de 15 años de que se trataba de un contaminante de preocupación emergente.

Unos 8 millones de personas —alrededor del 16 % de la población total de España— viven en un radio de 20 kms. de los cuatro aeropuertos más transitados del país y están especialmente expuestas a las Partículas Ultrafinas de la aviación, según revela un nuevo estudio de CE Delft encargado por T&E. 

280.000 casos de hipertensión arterial, 330.000 de diabetes y 18.000 de demencia en Europa pueden estar asociadas a la exposición a dichas partículas, según esta nueva investigación. El estudio extrapola los casos notificados de estas enfermedades en los alrededores del aeropuerto Schiphol de Ámsterdam y ofrece la primera estimación de los efectos sobre la salud relacionados con las UFP de la aviación en Europa. 

Los aeropuertos seleccionados para el estudio son el Adolfo Suárez de Madrid, el Prat de Barcelona, Palma de Mallorca y la Costa del Sol de Málaga. Solo en Madrid hay 3,8 millones de afectados. En el conjunto de Europa, 52 millones de personas se ven afectadas por los 32 aeropuertos más transitados.

Las UFP de los aviones se emiten a gran altitud, pero también en el despegue y el aterrizaje, lo que significa que los residentes que viven cerca de los aeropuertos se ven especialmente afectados. Las personas que viven en un radio de 5 kms. de un aeropuerto respiran un aire que contiene, de media, entre 3.000 y 10.000 Partículas Ultrafinas por cm3 emitidas por los aviones. En muchas ciudades, existe una correlación entre las personas que viven cerca de un aeropuerto y los ingresos más bajos. Esto demuestra, una vez más, que las personas más vulnerables son las más afectadas por la contaminación atmosférica.

Pablo Muñoz Nieto, de Ecologistas en Acción, alerta: "¿Vivir cerca de un aeropuerto puede hacerte enfermar? Lamentablemente, sí. Los aviones liberan partículas diminutas que pueden estar relacionadas con enfermedades pulmonares y cardiovasculares. Los políticos han ignorado esta crisis sanitaria oculta, priorizando el crecimiento del sector de la aviación y los viajes de negocios sobre la salud de su propia población, a menudo la más pobre".

Según el estudio, el uso de combustible de mejor calidad puede reducir las UFP hasta en un 70 %. La cantidad de UFP emitidas por los aviones depende en gran medida de la composición del combustible. Cuanto más limpio es el combustible de aviación, menos contaminación genera al quemarse. La limpieza de este combustible se realiza mediante un proceso llamado hidrotratamiento. Se utiliza desde hace décadas para eliminar el azufre de los combustibles para coches y barcos y puede costar menos de cinco céntimos por litro de combustible. Pero nunca se ha mejorado el combustible de los aviones, a pesar de que puede reducir considerablemente la contaminación atmosférica en los alrededores de los aeropuertos.

Otras medidas para reducir las UFP y mejorar la calidad del aire son la reducción del tráfico aéreo y del crecimiento exponencial de la aviación, así como el uso de tecnologías más limpias, como los combustibles de aviación sostenibles (SAF) y los aviones de emisiones cero, que emiten muchos menos contaminantes

Marcos Raufast, de ECODES, afirma: "No es habitual que un problema alarmante que afecta a millones de personas pueda reducirse, y a bajo coste. Los humos sucios provocados por los aviones pueden reducirse drásticamente si limpiamos el combustible. Los sectores de la carretera y el transporte marítimo dieron este paso necesario hace años, pero la aviación ha estado dando largas. Se enorgullecen de su tecnología punta y de sus aviones supuestamente eficientes, pero siguen utilizando combustibles que tienen un impacto devastador en la salud de millones de europeos".

Jérémie Fosse, Director de Eco-Union, concluye indicando que "este estudio pone de manifiesto una crisis urgente de salud pública que exige medidas inmediatas. Vivir cerca de un aeropuerto no debería ser un peligro para la salud. Reduciendo el tráfico aéreo y aplicando normas más limpias sobre el combustible de los aviones, podemos reducir considerablemente la exposición a las Partículas Ultrafinas y proteger la salud de millones de personas. Es hora de que los responsables políticos den prioridad al bienestar de los ciudadanos frente a la incesante expansión del sector de la aviación".

Las UFP forman parte de las llamadas “emisiones de no CO2” de los aviones, que incluyen muchos otros contaminantes tóxicos, tanto gases como partículas, como los óxidos de nitrógeno y el dióxido de azufre. Aunque estos contaminantes no entran en el ámbito del estudio, también tienen efectos conocidos sobre la salud que se suman a los descritos anteriormente. 

Estas emisiones también tienen un efecto nocivo sobre el clima, lo que hace que la contribución de la aviación al calentamiento global sea, al menos, el doble de perjudicial de lo que comúnmente se piensa. Por ejemplo, la formación de estelas de condensación -las líneas blancas que surcan el cielo detrás de los aviones, con un importante efecto de calentamiento- también está relacionada con las emisiones de UFP. Reducir las emisiones de estas partículas mediante un combustible de mejor calidad no solo sería beneficioso para la población que vive cerca de los aeropuertos, sino también para el planeta.

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